domingo, 21 de enero de 2018

¡Qué día de Julio!

Una tarde de almendras, mole, nanches y huayas, piña y cáscara en agua y cantos de tiernas primaveras en un minúsculo punto de Acayucan; dos bocas sellando el pacto cautivados en el horizonte que deja atrás tierra mar aire y sol en este resplandeciente día de Julio /

¡¡Uy!! El encuentro como poesía que no termina de escribirse desde que se abrió la primer hoja de este cuaderno sin rayas.

Sensible, mi madre, escribía poesía y la historia de su vida. Letras, caminos, 'ven ven a bailar conmigo' escribía con esa musicalidad que imprimía a su manoescrita.

Sensible, mi madre, Martha Cordero, deja herencia poética y escritos de vida en retrospectiva sin albacea.

Sensible, mi madre, me deja una lección de vida y bendice mis caminos del destino feliz. Dios la conserve hasta entonces.


¡Uff! ¡Qué día de Julio!

Acayucan, Veracruz, Julio de 2017

ooo

An afternoon of almonds, mole, nanches and huayas, pineapple and shell in water and songs of tender primroses in a tiny point of Acayucan; two mouths sealing the pact captivated in the horizon that leaves behind sea air air and sun in this resplendent day of July /


Oops! The encounter as poetry that has not finished writing since the first page of this notebook without stripes was opened.


Sensitive, my mother, wrote poetry and the story of his life. Lyrics, roads, 'come come to dance with me' he wrote with that musicality that he printed on his handwriting.

Sensitive, my mother, Martha Cordero, leaves poetic inheritance and writings of life in retrospective without executor.

Sensitive, my mother, leaves me a lesson in life and blesses my paths of happy destiny. God preserve it until then.

Uff! What a day of July!


sábado, 20 de enero de 2018

Caminos del ser


UNO punto UNO
œ

De pronto me descubro ante el mundo huérfano. Me veo en la habitación de un hotel de Papantla al norte del Estado de Veracruz, mientras arriba a este lugar el huracán “Katia”. Afuera de la habitación se escuchan las ráfagas de viento y lluvia que golpean los árboles y los techos de lámina de las casas. Es de noche y la gente va apurada corriendo a sus viviendas. En el “super”, antes de entrar a mi habitación, observo a una señora comprar varias veladoras y alguien comenta que esta noche se va a suspender el servicio de energía eléctrica, debido a la entrada del fenómeno meteorológico. Me cae el veinte de esta situación y de la falta de prevención mía al entrar en la habitación y ver que amablemente el personal de mantenimiento me ha dejado una veladora sobre una mesa que está en el cuarto. La veo, y me doy cuenta de que no tengo cerillos para encenderla en caso de necesitarla. Me baño, me recuesto, prendo la televisión, mientras escribo por el whatsapps. Mi mundo es un mundo paralelo que vivo con Paty, le escribo, nos cortejamos, nos decimos palabras cariñosas, le comento lo del huracán. Abruptamente, enmedio de la dulzura de la plática, la luz eléctrica se interrumpe; en ese instante llega a mí un sentimiento de temor, en lo profundo surge la pregunta ¿y si me pasa algo? [El viento no deja de soplar, las ráfagas son cada vez más intensas, no tengo cerillos y no hay luz, estoy solo en esa habitación y en un lugar desconocido] en un diálogo interior, una voz dice:

– ¡No le dijiste a tu mamá a dónde ibas a estar, no le avisaste!
– ¡Pero ya mamá no está! Sólo está Paty, ella es la única que sabe todos mis movimientos. A ella es a quien le confieso mis cosas, con quien hablo todos los días. Ella es la que se preocupa por mí ¡ya parece mi madre!

En medio de esa oscuridad, más allá de la puerta de la habitación y los vientos huracanados, recuerdo a mi madre y a mi padre, siento que ellos conviven dentro de mí, que los traigo integrados y que están conmigo independiente de estas dimensiones de tiempo y espacio. Así como yo veo a Paco y Valentina, mis hijos, a quienes abrazo cuando alguno de ellos se cae o llora o tiene miedo, hago todo por transmitirles valor, así mis padres aún permanecen conmigo. Lo que alguna vez escribí de mi madre, lo vuelvo a revivir, a sentir. Vienen a mi mente estas palabras que escribí alguna vez:

Guardo mis sentimientos. Un tiempo atrás no había palabras. En los hechos manifiesto con mi ser, en ese espacio de seguridad, mi sentimiento de pertenecer. Ser parte de algo superior, habilita mi confianza. Abrazo a mi madre, en ella encuentro protección, seguridad y cariño en aquellas noches de tormentas cargadas de agua, vientos, truenos, rayos -la respiración agitada el corazón bombeando-irrigando pánico a los confines del lado oscuro de mi mente- esa ternura tersa, con palabras y canciones arrulladoras que serenan el camino verde brillante de la luz.

Así es, el sentimiento desnudo agridulce como la pulpa naranja de la huaya en plena primavera de las mariposas monarcas.

¿Cuándo dejé de decir | te quiero | me haces falta | me importas | externando mi interior? o mejor ¿cuándo se apoderó la vergüenza de expresar mi sentir?


Papantla, Veracruz, Septiembre de 2017

Caminos del ser

Voy caminando, respirando y sintiendo el ambiente de mis raíces. Me dirijo a la casa de mi madre. Momentos antes paso al cementerio en donde yacen los restos de mi padre, a quien año y medio atrás había dado sepultura. Corre un viento que estremece a los árboles que nacen en el humus de la materia que se transforma, en esa materia que no muere; en tanto, los vientos en sus diferentes velocidades, parecieran que se manifiestan, mientras yo estoy parado frente a la plancha de concreto en donde leo una inscripción que reza mi nombre. Le hablo a mi nombre y como si me escuchara, arrecian los aires que golpean las hojas y ramas de los cocuites y, como si me contestaran, me dan la bienvenida. Salgo meditando, mientras enfilo mis pasos a la casa de mi madre. Es el mes de febrero de 2017 y voy andando dejando atrás de mis espaldas ese sacrosanto lugar de nuestros muertos, que se recrean en los recuerdos vivos de la memoria colectiva entrelazada por las diferentes conexiones que nos unen en la cotidianidad de la vida comunitaria. En medio de esa paz, como consecuencia de mi despedida, y cerca de la casa de mi madre llega el mensaje a mi celular. Busco en los archivos de mi pasado una pista que me lleve a identificar el origen, la persona y que representa en mi pasado. Ver el pasado en blanco y negro fue mi condición en vida pretérita, esa etapa de debates como en el inframundo de siete infiernos, recorridos éstos mi perspectiva ya no es igual, sino ese pasado se torna maniqueo. 


Acayucan, Ver., Febrero 2017

[Caminos del Ser, 2017]