5 años como Subdirector de Tránsito en Veracruz: Lecciones de Políticas Públicas y Seguridad Vial

Por Rosalino F. Guillén Cordero

El 30 de julio de 2020, en plena pandemia, asumí la Subdirección Operativa de Tránsito del Estado de Veracruz pensando que conocía todos los desafíos de la gestión pública. Los siguientes cinco años me demostraron lo equivocado que estaba. Entre operativos coordinados durante la crisis sanitaria, la ampliación de alcoholimetrías a Minatitlán y Poza Rica, y la regularización de cientos de miles de vehículos informales, descubrí que el verdadero arte de gobernar no está en la perfección técnica de las políticas, sino en la capacidad de adaptarlas a la complejidad humana donde se implementan. Aquí comparto las cinco lecciones más profundas que transformaron mi visión sobre el servicio público y que todo funcionario debería conocer antes de tomar decisiones que afectan la vida de millones de veracruzanos.

El 30 de julio de 2020 recibí una llamada que cambiaría mi perspectiva sobre las políticas públicas para siempre. Me ofrecían asumir la Subdirección Operativa de la Dirección General de Tránsito y Seguridad Vial del Estado de Veracruz. Después de más de 20 años en la administración pública, pensé que ya conocía todos los desafíos de la gestión gubernamental. Me equivoqué.

Los siguientes cinco años me enseñaron que entre el escritorio del planificador y la calle del ciudadano existe un universo de complejidades que ningún manual de administración pública puede anticipar. Hoy, al reflexionar sobre esa experiencia, comparto las lecciones más profundas que transformaron no solo mi visión profesional, sino mi comprensión del servicio público.

Lección 1: Cuando la teoría choca con la realidad de la calle

Después de la pandemia –etapa en la que estuvimos muy activos realizando operativos coordinados con la Dirección General de Transporte del Estado, la Policía Estatal, así como las Policías Municipales- y ya instalado como Subdirector, implementamos una nueva estrategia de alcoholimetría basada en estudios internacionales y estadísticas estatales. En papel, era perfecta: horarios estratégicos, ubicaciones calculadas, protocolos claros. En la realidad, nos enfrentamos a conductores que conocían rutas alternas que nosotros ignorábamos para burlar los puntos de revisión, comerciantes que perdían ventas por los operativos, y ciudadanos que percibían las medidas como fines recaudatorios y persecutorios y no como prevención y, mucho menos, como acciones que salvan vidas.

La lección más dura: Las políticas públicas más brillantes fracasan sin el contexto local. Los funcionarios debemos bajar del escritorio y caminar las calles donde se implementan nuestras decisiones. Durante mis cinco años, establecí como rutina personal recorrer semanalmente las zonas de operación. Esto me permitió detectar problemas que ningún reporte oficial mostraba.

Caso concreto: En 2022 se ampliaron los operativos de alcoholimetría a las ciudades de Minatitlán y Poza Rica (antes sólo se hacían en Xalapa y Coatzacoalcos) en acuerdo con el Consejo Estatal de Prevención de Accidentes (COEPRA). El resultado: 35% más de efectividad en detección de conductores en estado de ebriedad y 40% menos accidentes fatales.

Lección 2: La importancia de escuchar a los operadores de campo

Los agentes de tránsito son los verdaderos expertos en movilidad urbana y seguridad vial, no cabe duda. Conocen cada semáforo defectuoso, cada calle conflictiva, cada horario crítico. Sin embargo, tradicionalmente las decisiones se toman en oficinas sin consultar a quienes están 8 horas diarias o más en las vialidades. La verdad es que es de reconocerse su labor.

En este andar y escuchar a los agentes de tránsito, muchos de ellos me platicaban sus propuestas de manera coloquial.

Ejemplo transformador: Un agente propuso cambiar el sentido de una calle en Xalapa durante horarios escolares. Su argumento era sólido: había observado patrones de tráfico que las estadísticas no capturaban. Implementamos la medida piloto y redujimos los accidentes en esa zona en 60%.

La lección: Los datos son importantes, pero la experiencia humana es insustituible. El conocimiento empírico de quienes operan las políticas debe incorporarse sistemáticamente en la toma de decisiones.

Lección 3: El factor humano detrás de cada expediente

Cada infracción, cada accidente, cada trámite tiene una historia humana. Detrás de las estadísticas hay familias, trabajadores, estudiantes con necesidades reales. Esta comprensión cambió radicalmente mi enfoque de gestión.

Recuerdo el caso de una trabajadora doméstica que acumuló múltiples infracciones porque usaba una motocicleta sin placas para trasladarse entre empleos. En lugar de aplicar mecánicamente el reglamento, analizamos su situación. Resultó que desconocía el proceso de regularización y no tenía recursos para los trámites.

La transformación: Mediante el programa de regularización vehicular que se estableció en ese entonces, gestionamos que a esta persona se le brindara la atención para hacer su trámite, lo que se logró. Asimismo, la Hacienda del Estado logró -en dos años- regularizar cientos de miles de vehículos que operaban en la informalidad, con el apoyo irrestricto de Tránsito del Estado. El programa no solo aumentó la recaudación, sino que mejoró la seguridad vial al incorporar vehículos al sistema formal.

Aprendizaje clave: Las políticas públicas efectivas deben diseñarse entendiendo las circunstancias reales de los ciudadanos, no desde supuestos teóricos sobre cómo "debería" comportarse la gente.

Lección 4: Resistencias al cambio y cómo transformarlas en alianzas

Toda innovación en el sector público enfrenta resistencias: de otros funcionarios, de grupos de interés, de ciudadanos acostumbrados a ciertos procedimientos. Aprendí que estas resistencias no son obstáculos a vencer, sino información valiosa sobre aspectos que no habíamos considerado.

Caso paradigmático: La implementación de terminales bancarias para pago de infracciones. Inicialmente hubo resistencia de agentes preocupados por la tecnología y de ciudadanos desconfiados del cambio. En lugar de imponer la medida, organizamos capacitaciones participativas y programas piloto.

El proyecto, aunque no se completó durante mi gestión por cambios administrativos, logró consensos importantes que facilitan su futura implementación. La clave fue convertir a los escépticos en colaboradores del diseño.

Estrategia exitosa: Transparencia radical sobre objetivos, capacitación continua, implementación gradual y canales abiertos de retroalimentación. Las resistencias disminuyen cuando las personas comprenden los beneficios y participan en el proceso.

Lección 5: El impacto real trasciende los números

Al final de mi gestión, los indicadores mostraban mejoras: reducción de accidentes, aumento en recaudación, disminución de quejas. Pero el verdadero impacto lo medí en historias personales: familias que evitaron tragedias por operativos preventivos, comerciantes que mejoraron sus ventas por mejor fluidez vial, estudiantes que llegaban seguros a sus escuelas, apoyo a conductores infraccionados para realizar sus trámites de pago de infracción, teniendo como objetivo minimizar los efectos de los actos de molestia por aplicación de la ley.

Reflexión profunda: Los funcionarios públicos manejamos vidas, no expedientes. Cada decisión administrativa tiene consecuencias humanas reales. Esta conciencia debe guiar cada política, cada reglamento, cada procedimiento.

El legado de cinco años: Una nueva comprensión del servicio público

Mi experiencia como Subdirector de Tránsito me enseñó que el verdadero arte de gobernar no está en la perfección técnica de las políticas, sino en la capacidad de adaptarlas a la complejidad humana y social donde se implementan.

Para futuros funcionarios, comparto estas recomendaciones:

Conoce tu territorio: Camina, observa, pregunta. Las estadísticas informan, pero la realidad enseña.

Valora la experiencia operativa: Los trabajadores de campo poseen conocimiento institucional invaluable.

Diseña con empatía: Cada política afecta vidas reales. Pregúntate siempre: ¿cómo impactará esto a las familias veracruzanas?

Transforma resistencias en alianzas: La oposición bien gestionada mejora las políticas.

Mide el impacto humano: Los números son importantes, pero las historias son definitivas.

Después de cinco años, mi visión sobre las políticas públicas se transformó completamente. Ya no creo en soluciones técnicas perfectas aplicadas verticalmente. Creo en procesos participativos, adaptativos y humanos que construyen mejores realidades para todos.

El verdadero éxito en la gestión pública no se mide solo en eficiencia administrativa, sino en vidas mejoradas, comunidades fortalecidas y un Veracruz más seguro y próspero para las siguientes generaciones.

Rosalino Francisco Guillén Cordero es consultor especializado en derecho administrativo y políticas públicas. Se desempeñó como Subdirector Operativo de la Dirección General de Tránsito y Seguridad Vial del Estado de Veracruz (2020-2025). Sus análisis se basan en más de 25 años de experiencia en la administración pública veracruzana.

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