Cómo mejorar la calidad del gasto público en los municipios de Veracruz: una mirada ciudadana
Por Rosalino F. Guillén Cordero
Cuando hablamos de dinero público, todos pensamos en calles pavimentadas, alumbrado que funcione, agua limpia en nuestras casas o mejores servicios de salud. Pero la realidad es que, en muchos municipios de Veracruz, los recursos no siempre se traducen en bienestar para la gente. Y aquí aparece una pregunta fundamental: ¿cómo lograr que cada peso que gasta un ayuntamiento realmente sirva para disminuir el rezago social y mejorar la calidad de vida de la ciudadanía?La respuesta nos lleva a un concepto clave: la calidad del gasto público. De acuerdo con el artículo 134 de la Constitución mexicana, el gasto debe ejercerse con eficiencia, eficacia, economía, transparencia y honradez. Dicho de manera sencilla: gastar mejor, lograr más con menos y hacerlo con honestidad.
Gobernanza: del gobierno autoritario a la cooperación ciudadana
Durante mucho tiempo, la política local en Veracruz se entendió como algo que solo le correspondía al gobierno. El ayuntamiento decidía, ejecutaba y los ciudadanos apenas tenían mecanismos para opinar. Hoy hablamos de gobernanza, un modelo donde el gobierno municipal ya no trabaja solo, sino en conjunto con la sociedad y el sector privado.
La gobernanza implica abrir el cabildo, consultar a la gente, escuchar a las comunidades y transparentar la información, así como la coordinación interinstitucional. Esto no solo es un derecho ciudadano, también es una estrategia práctica: cuando las decisiones se toman de manera conjunta, los proyectos tienen más impacto y más legitimidad.
Gobernanza global y su traducción local en Veracruz
En el mundo, organismos como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo han impulsado la idea de una “buena gobernanza”, que se mide en indicadores como el control de la corrupción, la efectividad gubernamental y la rendición de cuentas.
Para Veracruz, esto significa que los planes municipales deben alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente los relacionados con pobreza, educación, agua potable y salud. Municipios con altos niveles de rezago como Zongolica, Tehuipango o Mixtla de Altamirano solo podrán avanzar si su presupuesto se destina directamente a atender esas prioridades.
De la burocracia tradicional a la nueva gestión pública
Muchos ciudadanos todavía perciben al ayuntamiento como un aparato burocrático lento, donde todo pasa por trámites y papeles. Esa es la lógica de la burocracia tradicional: jerarquía rígida, controles verticales y obediencia a normas.
La nueva gestión pública (NGP) propone lo contrario: gobiernos municipales más ágiles, orientados a resultados, con autonomía para los funcionarios, y con ciudadanos que no son súbditos ni simples “administrados”, sino usuarios activos que demandan servicios de calidad.
En la práctica, esto significa que un trámite en Catastro debería ser rápido y digital, que el servicio de limpia pública se mida en eficiencia de rutas y satisfacción ciudadana, y que los programas sociales no se evalúen solo por el dinero gastado, sino por las familias que realmente salieron de la pobreza.
El Presupuesto Basado en Resultados: gastar para transformar
Aquí entra en juego el Presupuesto basado en Resultados (PbR), una herramienta de planeación y gestión que busca que el dinero no se reparta a ciegas, sino que se invierta con base en metas claras y medibles.
- Planeación: definir problemas y metas.
- Indicadores: establecer cómo se medirá el avance.
- Ejecución: destinar recursos a programas prioritarios.
- Evaluación: revisar si se lograron los objetivos.
- Retroalimentación: ajustar el presupuesto con base en los resultados.
Por ejemplo, si un municipio detecta que el 30% de su población carece de acceso a agua potable, el PbR obliga a que haya un programa específico, con indicadores de cobertura y metas anuales, que luego se evalúen públicamente.
Planeación participativa: que la gente decida
Un ayuntamiento que aplica el PbR debe abrir espacios de participación. Esto significa consultar a la ciudadanía en la elaboración del Plan Municipal de Desarrollo y dar seguimiento a través de comités vecinales, cabildos abiertos o incluso encuestas digitales.
Los ciudadanos saben mejor que nadie si un parque está en ruinas, si una colonia necesita alumbrado o si un camino rural requiere mantenimiento urgente. La planeación participativa conecta esa experiencia directa con la asignación del dinero público.
Indicadores claros: lo que no se mide, no mejora
El éxito del PbR depende de los indicadores. No basta con decir “vamos a apoyar la educación”; hay que definir cuántos niños más estarán en la escuela, qué porcentaje mejorará en comprensión lectora, o qué tanto se reducirá el abandono escolar.
En Veracruz, muchos municipios carecen de indicadores confiables, lo que hace difícil medir avances. Integrar indicadores alineados con el INEGI (que absorbe las funciones del CONEVAL) y con los ODS es un paso fundamental para asegurar que el gasto realmente se traduzca en bienestar.
Evaluación del desempeño: rendir cuentas de verdad
Los programas municipales deben evaluarse de manera periódica. Esto no es un trámite burocrático, sino un mecanismo de confianza ciudadana.
Cuando un ayuntamiento informa cuántas calles pavimentó, cuántos jóvenes recibieron becas o cuántos hogares fueron conectados a la red de agua, está demostrando que el dinero público sí está dando resultados. Y si no se cumplen las metas, es obligación explicar por qué y corregir el rumbo.
Transparencia y rendición de cuentas: luz en los municipios
En Veracruz, la Ley de Transparencia (se aprobó una nueva Ley de Transparencia para el Estado de Veracruz el 30 de junio de 2025, aquí podrás consultar esta nueva Ley y un resumen de ella) obliga a los municipios a publicar información básica sobre sus Planes de Desarrollo, presupuestos de ingresos y egresos, actas de cabildo y gacetas municipales, cobros de multas, entre otros, pero muchos portales siguen desactualizados o incompletos.
Una práctica recomendable es el “presupuesto ciudadano”, un documento sencillo donde se explica en lenguaje claro cuánto dinero se recibió, en qué se gastó y qué beneficios concretos obtuvo la gente.
La transparencia no es un requisito legal más: es la mejor vacuna contra la corrupción y la mejor herramienta para recuperar la confianza ciudadana.
Ética y honradez: la base de todo
Más allá de las metodologías y los indicadores, la calidad del gasto público depende de la honradez de los servidores públicos. Los principios de integridad, justicia, equidad y responsabilidad son la base de la función pública.
Un municipio puede tener los mejores planes, pero si el dinero se desvía o se usa con fines políticos, el rezago social continuará. La ética es el cimiento de cualquier estrategia de gobernanza y PbR.
Conclusión: municipios con visión de futuro
Los municipios veracruzanos enfrentan enormes retos: pobreza, carencia de servicios básicos, desempleo y falta de infraestructura. Pero también tienen en sus manos una gran oportunidad: usar el presupuesto de manera inteligente, eficiente y honesta para transformar la realidad local.
La gobernanza democrática, la nueva gestión pública y el presupuesto basado en resultados no son teorías lejanas: son herramientas prácticas que pueden marcar la diferencia en la vida de las personas.
Si los ayuntamientos aplican estos principios, Veracruz puede avanzar hacia un futuro donde la ciudadanía confíe más en sus instituciones y donde cada peso invertido sea un paso firme contra el rezago social.
✍️ Por Rosalino Guillén Cordero
Consultor en Gobernanza, Gestión Pública y Derecho Administrativo
directrizlegal.com.mx
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